Hace mucho tiempo ya, buscaba brindarle a mi joven fertilidad otra oportunidad y agradecerle a Dios desde lo más profundo de mi corazón el perfecto segundo trasplante, esta vez del ojo izquierdo. Fue, entonces, en la primavera de 1979 que en uno de esos mágicos momentos del amor, te concebimos.
Me acuerdo haber paseado por la playa de Miramar en bikini sintiendo esa burbujita adentro y creyendo que todos ya eran testigos de tu crecimiento. Pero sólo yo tenía el verdadero privilegio de experimentarte. Y Pía subida a mi panza me ayudaba a empollarte.
Había que preparar a Pía y contarle que pronto llegarías para acompañarla, para jugar, para tener un amiguito, un hermanito…. Y no sé qué historia. Pero ella ya lo intuía y había decidido hacerse notar y no claudicar tan fácilmente los derechos a su trono.
Había que preparar tu ajuar y como no existía la tecnología actual para saber tu sexo, era necesario preparar de todo los colores. Acondicionar lo rosa que había usado Pía, comprar algo celeste por si eras varón, pero adquirir la mayoría en blanco para no errarle. También era permitido socialmente el amarillo patito y el verde Nilo. Entonces mi abuela María, tu bisabuela materna, hábil tejedora, tejió dos pañoletas de color, una verde yuyo y otra bordó. ¡Qué quemo!
Había que acomodar el cuarto, poner a Pía en una cama y dejarte su cuna lista para vos. ¡Cómo para no hacer berrinche, la pequeña, con tanto despojo!
Había que buscar la forma de acortar los tiempos entre el trabajo y la atención de los niños y la casa. Entonces, como ya había recuperado mis ojos decidí aprender a manejar el auto. Pienso que aprendiste a manejar conmigo porque tendría 4 o 5 meses de embarazo, ya tenia panza, y usaba jumper, cuando tu papi me compró una Renoleta celeste con cambios a la altura del volante. Y partíamos con la profe y vos a cuestas a aterrorizar las calle ¡Qué inconsciencia!
Y un buen día, tu papi me comunicó que se iría a Colombia a trabajar para la OIT por 45 días. Siempre le hice frente a las balas, pero me puso algo ansiosa su partida, sobretodo porque su regreso sería unos 15 días antes de tu llegada a este mundo. Si bien en todo momento estuve muy contenida por la Comunidad Pinzani, es importante que sepas que tu ansiedad actual también tuvo sus raíces en mi panza. Hay que sumarle a esto el desequilibrio político de este país que le hizo perder los vuelos a tu papi y la escasa comunicación, solo por teléfono fijo y con llamadas a larga distancia pre-planificadas.
Todo se dilataba menos tu apuro por arribar a este planeta. Tus pataditas no cesaban. Y lo hiciste: diez días antes de la fecha de parto en una noche de tormenta de Santa Rosa, en medio del viento y la tierra que bamboleaba la Renoleta de un lado a otro mientras corríamos a la clínica Romagosa.¿Será por eso que odias Agosto y sus vientos? Tan apurado estabas que entramos a las 4 de la mañana y a las 5:30 ya habías nacido con un nombre más de los planeados, aclaro, por cohesión social. Te llamarías César Octavio. Nunca estuve muy convencida. Pero… ¿Cómo no le vas a poner el nombre de su padre y de tu suegro?, dijo el médico. ¡Qué confusión pobre niño! Hasta el día de hoy, ¿Eres César u Octavio, César Octavio o Octavio César? Menos mal que saliste inteligente para lidiar con tal engorro.
Y llegaste a casa y encontraste la paz que quizás no habías experimentado en mi panza, porque te entregaste al sueño y a alimentarte con una paz envidiable. Y creciste fuerte, vigoroso y aguerrido y muy seguro de vos mismo. Eso creo. El resto ya lo conoces. Solo quería mostrarte esta parte.
Quizás con los avances de la ciencia moderna algún día podrías necesitar este testimonio para corroborar los hechos o quién sabe.
Con todo el amor de mami
Feliz Cumple
30-08-2020